Conquista tu libertad

Libertad, divino tesoro. ¿Quién no desea ser y sentirse libre? ¿Y, de hecho, quién no sufre alguna atadura en su vida? El anhelo de libertad es tan antiguo como el ser humano, y parece aún hoy tan inalcanzable como el sol.

Y no me refiero a la esclavitud impuesta desde el exterior, me refiero a aquella que nos imponemos nosotras mismas. La mujer de hoy sigue siendo una esclava, aunque sus cadenas sean invisibles. Esclava de su propia imagen, esclava de la opinión de los demás, esclava de sus propias ideas sobre lo que la vida debería ser. Esclava, en definitiva, de ella misma y de sus pensamientos. Y es que la mayoría de las servidumbres son internas  y voluntarias: en el fondo, basta con que la sometida decida soltar sus ataduras para que termine la dependencia y comience la libertad. Al final, la decisión es sólo nuestra. Y si es tan simple, ¿qué nos impide, pues, sentirnos realmente libres y alzar por fin el vuelo?¿Qué nos impide disfrutar de libertad interior?

Los hombres no desean la libertad, porque si la desearan, la obtendrían”, Étienne de La Boétie

En un mundo en el que ya nadie tiene la potestad para ponernos grilletes en los tobillos, y a pesar de que lamentablemente el tráfico de personas y la explotación siguen existiendo en algunos lugares, la libertad es más bien una sensación interior. Esa sensación de que puedes ser tú misma sin peligro, de que puedes expresarte física y verbalmente sin coacciones, de que puedes elegir tu propio camino sin sentirte amenazada. Atreverte a escuchar tu propia voz interior y seguir sus dictados sin miedo. Sentir que nada ni nadie te impide vivir tu propia autenticidad y disfrutar de tu propia esencia como persona. La libertad implica forzosamente dejar de lado a esa mujer que se supone que debes ser y dedicarte simplemente a ser la mujer que realmente eres, ¿estás dispuesta? La libertad interior es sólo apta para valientes.

Sentirse libre requiere, sin duda, trabajo y coraje. Y eso explica que en la mayoría de las ocasiones nos resulte más fácil culpar a los demás de nuestra propia falta de libertad que tomar una responsabilidad que es únicamente nuestra. Aproximarnos a nuestra verdadera naturaleza no es sencillo, básicamente porque supone un tremendo salto al vacío. Desde que nacemos, primero por necesaria protección y después ya por miedo e inseguridad, aprendemos a representar un papel. Nos creamos un personaje, el denominado ego o falso yo, al que dotamos de todas las características que consideramos deseables en una persona, con el único objetivo de ser aceptadas y amadas por los demás. Aprendemos una serie de patrones de conducta socialmente aceptables, y los interiorizamos de tal manera que ya surgen de manera inconsciente. Es decir, nos llegamos a identificar con nuestro personaje y lo vivimos como si fuera completamente real. Pero nuestro corazón no entiende de juegos del ego. Lo único que entiende es que sus deseos y anhelos más profundos están siendo ignorados, y llora en silencio. A partir de ahí, quieras o no, la tragedia está servida: debes elegir entre el dolor de seguir traicionándote a ti misma y el miedo a que tu verdadero yo no merezca la aceptación y el amor de los demás.

“Libre es aquel que sabe transformarse. Y sólo sabe transformarse quien es capaz de desprenderse de lo antiguo y de seguir la próxima gran marcha hacia lo desconocido”, Bert Hellinger

Llegadas a este dificilísimo punto, hay algo que debes tener muy claro y que puede aportarte un punto de luz en tanta oscuridad: negarte a ti misma te provoca un dolor que es muy real, mientras que tu miedo no está tan claro que tenga una base real. ¿Cómo estás tan segura de que los demás te van a rechazar si te concedes la libertad a ser tú misma con paz y confianza? ¿Lo has probado alguna vez o simplemente lo supones? Y, puestas a seguir indagando, te propongo cuatro  reflexiones más que te van a ayudar a avanzar en tu camino hacia tu propia libertad interior, si te decides a ser muy honesta contigo misma:

  • ¿Qué es eso tan terrible que tienes tú que te hace inaceptable a los ojos de los demás? ¿Conoces a alguien que también lo tenga y sin embargo sea aceptado y querido por otros?
  • ¿Qué ganas fingiendo ser alguien que realmente no eres? ¿Y qué pierdes dejando de ser tú misma? ¿Vale la pena?
  • ¿Eres consciente de que cada una tiene su público y que para muchos resultas maravillosa tal cual ya eres? ¿Es eso casualidad o puede ser que tú también tengas algunas virtudes?
  • ¿Dónde está escrito que para ser feliz necesitas que todo el mundo te acepte y te quiera? ¿Es realmente posible conseguirlo, considerando que depende mucho más de la voluntad de los demás que de tu valía real como persona?

En resumen, conquistar la propia libertad requiere una valiente búsqueda interior. Supone aprender a vernos con unos ojos menos maika_gonzalezcondicionados y más objetivos. Precisa abandonar la seguridad de lo conocido y adentrarnos en el mundo de nuestros deseos más profundos, para encontrar allí el verdadero propósito de nuestra existencia. Implica reconocer y apreciar, quizá por primera vez, nuestra valía como personas únicas, irrepetibles y dignas de todo respeto. Una vez que te sientes  a gusto en tu propia piel, una vez que te sientes verdaderamente libre para decidir y ser tú misma, entiendes que estar viva es una gran oportunidad y que no piensas volver a malgastarla.

Y tú, ¿no te sientes libre? ¿Te da miedo lo que pueda ocurrir si te decides a ser tú misma? ¿Eres consciente de que tú eres responsable de tu propia felicidad?

Un abrazo bien fuerte,                                                                                                  

Maika

P.D.: Si quieres saber más sobre cómo conquistar tu propia libertad interior, aquí vas a encontrar lo que necesitas.