Los buenos modales siempre deben estar presente en cualquier situación o escenario de la vida, pero en estas épocas cuando los nervios y el estrés se apoderan de nosotros y de nuestro entorno y donde la sensibilidad está muy a flor de piel, podemos pasar por alto algunos detalles y solemos repetir viejas equivocaciones. Conversamos con Karina Vilella, especialista en protocolo, para revisar las costumbres que rodean fin de año.
A continuación, los «errores» más frecuentes que detecta la directora del Centro Diplomacia que lleva su nombre:
1. Ofrecer la casa y no disfrutar del rol de anfitrión.
Si te pesa arreglar la casa, comprar flores y saber que pasarás toda la noche prácticamente sin sentarte y ocupándote de que todo salga bien… La mejor decisión será no ofrecer tu casa.
Si este no es tu caso, hay que dejar en claro qué tipo de cena tendremos, por ejemplo: cena formal con menú de tres o cuatro pasos, cena informal, cena buffet, recepción, etc. La opción buffet es beneficiosa no solo para evitar ir y venir con platos, sino para que los invitados puedan acceder fácilmente a la comida y ¡puedan colaborar con ella! ¿Cómo? Llevando diferentes platos elaborados y ya en la bandeja que irá a la mesa «buffet». Por otro lado, lo mejor es organizar bien el «timing» de tu día, para tener tiempo de arreglarte vos (y no quedar para lo último) y no correr cuando suena por primera vez el timbre.
2. No coordinar detalles previos antes del encuentro.
El invitado debe coordinar los detalles de la noche con la familia anfitriona, ya sea si lleva algo de comida, bebida o postre. Llegar en el horario que nos hayan citado (¡y no antes!) y no invitar sin consultar a los anfitriones de la casa a otras personas, ya que no es cortés.
3. Dejar para lo último la organización del menú.
El armado de la mesa dependerá de la creatividad de los anfitriones y del espacio que posean. Los colores «tradicionales» de las fiestas son el dorado, el verde y el rojo, pero la creatividad esta por encima de ellos. Por ejemplo, una manera original de decorar la mesa, podría ser llenarla de relojes despertadores todos sincronizados de manera tal que a las 12 de la noche sorprendan a tus invitados con sus campanillas.
En cuanto a la organización del menú, si la comida es de varios pasos no se recomienda repetir sabores, colores ni texturas. Luego, habrá que pensar en la armonía con la bebida, por lo siempre es más relajado un buffet con opciones de bebidas. En este caso y dentro de lo posible, la «barra de bebidas» debería estar lo más lejos posible de la mesa buffet para tener dos centros de atención. Tené en cuenta que la conservación de las temperaturas deben durar toda la noche.
4. Hacer un cálculo exagerado de la cantidad de bebidas.
Las bebidas son súper importantes y no queremos quedarnos sin bebidas en el medio de la noche. Pero hacer el cálculo correcto nos ayudará a no gastar de más. El calculo «protocolar» es de una botella cada dos personas (se suele usar en fiestas de más de cuatro horas de duración), pero por las temperaturas de verano y dependiendo de los invitados, se puede calcular un poco más. Los vinos ideales para el brindis son los blancos, los rosados y los espumosos.
Si somos invitados, debemos ponernos de acuerdo con los dueños de casa para saber que llevar, incluso se puede preguntar qué uva o cepa desean o si prefieren vinos espumosos para el brindis.
5. Hacer un «teléfono descompuesto» a la hora de decidir qué lleva cada uno.
Tanto si sos anfitrión o si sos invitado, siempre se deben poner de acuerdo qué lleva cada uno: esto evitará que se repitan comidas o bebidas o, peor, que falten cosas.
6. Quedarse «callados» ante tantos preparativos.
¡Sin mentir! Pero una forma de valorar el esfuerzo de aquellos que ofrecen la casa es, primero, agradecer la invitación y, segundo, elogiar los arreglos de la casa, la comida o lo que te parezca atractivo de esa noche.
7. Olvidarse que los modales valen para todo el año.
¡Los modales en la mesa se tienen todo el año! Uno debe ser consciente que «en la mesa y en el juego se conoce al caballero». Evitá el exceso de alcohol, ya que tiene un «extraño» poder para hacer decir lo que no se debe en el momento menos adecuado.
8. Ahondar en los temas de conversación más conflictivos.
Los fines de año suelen ser un momento de estrés y nervios: entre los regalos, la comida y el caos de fin de año estamos todos a punto de estallar. Por eso, para evitar peleas y malos ratos, lo ideal es no hablar de temas conflictivos: se suele decir que política o religión son los más complicados, pero cada familia sabe cuáles son sus propios «temas críticos», como una deuda o alguna discusión pasada. Esa noche, lo mejor es evitarlos.
9. Cuando el celular se convierte en protagonista.
Estar conectado con el celular durante la cena y a lo largo del encuentro es lo menos recomendado. Se supone que la reunión funciona como un momento de encuentro con la familia o los invitados que nos rodean: ya habrá tiempo de comentar algo a los amigos de Facebook o subir una foto del plato principal. Lo ideal es que los mensajes se intercambien durante las semanas de las fiestas, y no ese mismo día.
10. ¿Hacer o no regalos?
Llevar o no regalos para la familia depende de cada casa y situación. Para que nadie se sienta incómodo o fuera de lugar, lo ideal es ponerse de acuerdo con el resto de los invitados (por ejemplo, se regala solo a los nenes, etc.). Eso sí: en ningún caso se recomienda regalar dinero. Si uno es invitado, las reglas tradicionales de protocolo sugieren llevar a los dueños de casa algún presente, por más pequeño que sea.