¿Recuerdas la frase «la primera impresión es lo que cuenta»? Si bien en una entrevista de trabajo se conversará sobre nuestras capacidades y experiencias, también le estaremos dando información a nuestro interlocutor con nuestra ropa, el maquillaje elegido, cómo nos sentamos y más. Es nuestra carta de presentación frente al mundo. Consejos para tener en cuenta.
La imagen personal es nuestra carta de presentación frente al mundo. Ella se construye no sólo a través de nuestra vestimenta sino a través de una gran diversidad de variables. Si aprendemos a manejar los distintos elementos que conforman nuestra imagen tendremos más oportunidades de causar una buena impresión en nuestro interlocutor.
Componentes para tener en cuenta:
* La propia conducta. Se trata de prestar atención a cómo nos desenvolvemos e interactuamos con los demás. Dentro de este aspecto, está la comunicación no verbal, por ejemplo, la forma en que miramos o los gestos que hacemos (incluyendo el uso de las manos y cómo sonreímos). Todo proyecta una imagen de nosotros en nuestro destinatario, mucho más fuerte que las palabras mismas.
* La proxemia. Tiene que ver con cómo manejamos el espacio en el que estamos. ¿Nos quedamos sin “avanzar” esperando a que el otro nos indique dónde ubicarnos o mostramos que somos capaces de ocupar cierto territorio? Este tema es muy importante en las entrevistas laborales. Por ejemplo, si nos indican que entremos a una sala de reuniones para esperar al entrevistador, el lugar donde nos ubiquemos dará un mensaje acerca de cómo percibimos nuestro rol y el suyo en esa situación.
* La vestimenta. En un contexto laboral, la vestimenta debe ser cuidadosamente seleccionada para no dar una imagen errónea. Lo que se busca en estos casos es la sobriedad, que acompañará a nuestro comportamiento y a las palabras que utilicemos. Lo que decimos con las palabras debe quedar manifiesto también en nuestra apariencia. En este aspecto, una falta de sincronía entre lo que expresamos y lo que mostramos suele perjudicarnos muchísimo. Para las mujeres, es importante no excederse con prendas que puedan ser demasiado sugerentes (el escote, el largo, los colores). Los hombres, por su parte, deben hacer que sus prendas sean coherentes con la imagen que quieren que el otro tenga de ellos, prestando atención al largo de las prendas, los colores y las combinaciones.
* Los accesorios. Menos es más, ya que queremos estar arreglados pero sin distraer la atención de nuestras capacidades para el puesto de trabajo en cuestión. El calzado juega un rol importante. Para hombres y mujeres se usan zapatos cerrados y más bien clásicos. La mujer debe usar un calzado cerrado que no muestre el talón ni los dedos ni demasiada piel. El hombre debe usar calzado cerrado, si es posible acordonado, que es el más formal y procurar siempre que el mismo esté en condiciones.
* El cabello. Es otro elemento clave, ya que puede contribuir a nuestra imagen o bien puede distorsionarla por completo. El entrevistador o nuestro jefe, si ya estamos trabajando en esa empresa, al relacionarse con nosotros o entablar un diálogo, estará mirando nuestro rostro, y es imposible que no vea nuestro cabello, de ahí su importancia relativa. Este punto es especialmente relevante para las mujeres, ya que el objetivo es que estemos arregladas sin que se pueda interpretar como un elemento sensual. Por ejemplo, se desaconseja el cabello suelto con ondas o rulos, porque el constante movimiento o manipulación del mismo se percibirá como una actitud sugerente y puede atentar contra la imagen que deseamos proyectar.
* El maquillaje. Apelar a la sobriedad no significa dejar de usar maquillaje sino utilizar aquellos tonos que resulten más sentadores y pertinentes. ¿Qué opinión te merecería una candidata a un puesto laboral con un labial colorado intenso?
En todos estos aspectos, sería ideal que nos juzguen solamente por nuestras habilidades o conocimientos, pero la realidad es que estamos en contacto con otras personas, y la manera en la que nos desenvolvemos resulta vital. El rol que juegan las percepciones es un factor que incide en el ámbito laboral. ¿Quién le hubiera dado un puesto de trabajo a Elle Woods, la abogada que sólo vestía rosa en “Legalmente Rubia”?
En nuestra mente están instalados ciertos “prototipos” o “modelos de lo esperable”, que dominan nuestro imaginario a la hora de encontrarnos con alguien. Si la imagen personal no responde de alguna manera a estas expectativas sociales, sufriremos un problema en la comunicación, favoreciendo malentendidos, bloqueando el interés de nuestro interlocutor y entonces perdiendo lugares que esperábamos alcanzar.
Lo que manifestamos con nuestras palabras es obviamente relevante, pero constituye un pequeño porcentaje en relación a las demás variables que venimos desarrollando. Y otro de los grandes factores es el paralenguaje. Es decir, la manera en la que decimos las cosas, el tono que les damos a las palabras, la modalidad que asumimos al hablar, todo eso da cuenta de nuestra percepción y nuestros sentimientos. El sentir, la energía y hasta la forma de modular que pongamos al hablar, hará variar por completo la respuesta del otro, aunque nuestro discurso sea el mismo.
Es vital pronunciar las palabras correctamente, mantener un tono de voz natural que no sea monótono durante la conversación, hablar de forma pausada evitando los extremos (demasiado rápido o lento). Que el receptor entienda el mensaje es responsabilidad del emisor por lo que debemos considerar todos los aspectos anteriores a la hora de comunicarnos en la oficina o en una entrevista laboral.
¿Cómo interviene la famosa PNL en este ambiente?
Otro factor clave en las interrelaciones laborales es la Programación Neurolingüística (PNL). Ella es justamente la que nos permite identificar el canal preferido de comunicación del interlocutor y así aumentar la posibilidad de que el mensaje llegue a su destino con la misma intención con que fue emitido.
No es lo mismo estar frente a una persona visual que a una auditiva o una kinestésica. Las personas visuales consideran al mundo en imágenes y luego plasman estas imágenes en palabras. Las personas auditivas son más selectivas en cuanto al vocabulario que usan. Las personas kinestésicas, por su parte, reaccionan mucho mejor ante las sensaciones táctiles. Por estas diferencias, las personas pueden referirse a un mismo factor de distinto modo. Por ejemplo, puedo manifestar mi comodidad con la sala en la que estoy diciendo “me gusta porque veo la luminosidad que tiene y los ventanales”, o bien “me gusta porque no hay ruidos molestos”, o bien “me da calidez”.
Prestar atención, observar y escuchar a mi interlocutor me hará dar cuenta si estoy frente a una persona visual, auditiva o kinestésica, y esto me permitirá elegir la mejor forma de representar lo que quiero decir con las palabras y los verbos adecuados para que mi mensaje “llegue”. Para el visual, la palabra clave es ver o visualizar, para el auditivo aquellas ligadas a escuchar y oír y para el kinestésico todo aquello ligado al sentimiento y al tacto.
Por la licenciada Laura Malpeli de Jordaan, asesora de imagen certificada por Colour me Beautiful, creadora de Styletto Image Studio.