La amistad es uno de los pilares fundamentales de la vida de los seres humanos. Ayuda a tener un desarrollo psicosocial saludable, ya que somos seres sociales por naturaleza y con necesidades de relación.
Por eso, es muy importante brindarle a los niños las herramientas necesarias para lograr establecer lazos afectivos duraderos y genuinos.
Los niños tienden a imitar los modos de accionar de los padres o cuidadores primarios. Son sus referentes para todo, son quienes ellos desean ser y sus ideales de personas. Entonces, la función de los adultos es transmitirles la importancia de las relaciones amistosas, como base del buen desarrollo emocional de las personas.
Hay que tener en cuenta que dependiendo de la edad de los niños y las distintas etapas evolutivas de su crecimiento, cada uno irá adquiriendo distintas herramientas cognitivas y emocionales, propias de ese período, para relacionarse con otros y armar vínculos afectivos.
Es necesario que el entorno de los niños les brinde seguridad, confianza y fortalezca su autoestima y autoconcepto para que ellos puedan establecer vínculos saludables con los otros. Las funciones parentales tienen que basarse en brindar lo mejor de sí para lograr que el ámbito de los niños sea confortable, tranquilo y seguro.
Es importante:
* Acompañarlos. Estar con ellos en el recorrido de nuevas experiencias y satisfacer sus necesidades básicas y naturales.
* Sostenerlos. La función de sostén es fundamental, ya que transmite seguridad y confianza en los niños, para que puedan relacionarse con el entorno de manera saludable.
* Guiarlos. Especialmente durante la primera infancia, hay que mostrarles el camino adecuado para establecer y fortalecer los vínculos.
* Alentarlos. Para que puedan generar nuevas relaciones y establecer nuevos grupos de pertenencia.
* Estimularlos. Darles aliento para que se animen a realizar actividades y a desarrollar intereses propios.
La manera de relacionarse que tienen los niños se aprende en la casa, en la escuela y en la familia en general. Entonces, un buen ejemplo para ellos es la constante presencia de los cuidadores primarios para acompañarlos en este recorrido de vida. Tener en cuenta que, especialmente en la primera infancia, los niños necesitan absolutamente de otro responsable que lo sostenga, lo guíe y descifre lo que cree beneficioso para ellos.
Todo esto enmarcado en la naturaleza e instintos de los adultos, ya que no existe “el” manual que puede enseñar cómo realizar esta tarea. Sin embargo, si uno actúa desde sus creencias y pensando en beneficiar a los chicos, el resultado es maravilloso y sorprendente.
Por la licenciada Rosina Duarte, Coordinadora del Primer Programa Argentino de Formación en Primera Infancia y Crianza.www.fundacionbsas.org.ar