Los alimentos en general y los nutrientes en particular ejercen un papel importante en el desarrollo y preservación del sistema inmune, de ahí que la nutrición juega un papel clave en la formación de anticuerpos, específicamente las proteínas, que se encuentran en lácteos y carnes.
El sistema inmunológico se debilita por mala alimentación, falta de ejercicio, envejecimiento y estrés, lo que provoca, por ejemplo, que los adultos padezcan en promedio tres resfriados al año, con una duración cada uno de una o dos semanas.
Por ello es importante un consumo adecuado de calcio, magnesio, cobre y selenio, presentes en carnes, lácteos, frutas, verduras y frutos secos, entre otros, los cuales ayudan a potencializar la respuesta inmune.
De la misma manera, las vitaminas y los minerales también son importantes en el fortalecimiento de las defensas.
Los alimentos que ayudan a fortalecer el sistema inmune son: cereales integrales, mariscos, moluscos, frutos secos, legumbres, naranja, mandarina, limón, lima y frutas ricas en vitamina C, así como pimiento, fresas, cerezas y otros frutos rojos, por su contenido en carotenos y vitamina A.
Una ingesta adecuada de agua -casi dos litros diarios- ayuda a disolver la mucosidad y mantiene hidratada la mucosa respiratoria, protegiéndola de las infecciones.
La vacuna, cuyos agentes patógenos como virus y bacterias actúan como antígenos en el organismo, estimula la producción de anticuerpos específicos para inmunizar al mismo contra el cuerpo extraño.