Esta joven estaba cursando estudios medioambientales en la Universidad de Nueva York, Estados Unidos, y se creía una ecologista en toda regla.
«Pero en el último año de universidad tuve un profesor, Jeffrey Hollender, activista y cofundador de la distribuidora de productos naturales Seventh Generation, que nos insistía mucho en vivir de acuerdo a nuestros propios valores», recuerda.
«Fue cuando me di cuenta de que lo que predicaba y mi cubo de la basura lleno de plástico hasta arriba era toda una contradicción».
Y ahí empezó su proceso hacia una vida sin residuos.
«Hoy llevo dos años sin generar ningún desecho», asegura.
¿Ninguno? ¿Nada de nada? ¿Cero?
«Bueno, tengo guardado lo que he producido en los últimos cuatro meses: cuatro pegatinas o adhesivos que traía la fruta orgánica», admite.
Lo muestra en su página web, Trash is for tossers.
Reciclar y reutilizar
Singer comenzó prescindiendo de los envases plásticos y sustituyéndolos por los de vidrio, reutilizables, y comprando alimentos a granel.
En cuanto a la ropa, decidió pasarse a la de segunda mano.
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Y, por supuesto, nada de coche.
«Como vivo en Nueva York, voy andando a muchos lados. Y cuando tengo que ir lejos agarro el transporte público».
¿Pero qué ocurre con los desperdicios que no puede evitar generar, como el papel higiénico, la piel de la fruta, o la ropa demasiado vieja incluso para ponérsela en casa?
«La basura orgánica, incluido el papel higiénico, la llevo una vez a la semana a un lugar donde la transforman en compost y cuando mis ropas, sábanas o telas están muy gastadas las llevo a un lugar donde las reciclan», explica.
«Lo más complicado no fue evitar ciertos productos, sino buscar alternativas orgánicas a todo lo que usamos en el día a día», señala.
En su búsqueda, se dio cuenta de que la alternativa en muchos casos era producir por sí misma.
«Hoy tengo recetas para todo: pasta de dientes, loción para la piel o detergente para la lavadora», enumera.
Y admite: «Me ha costado bastante investigar y perfeccionarlas».
Recetas para todo
¿Pero cómo hace el jabón en polvo para lavar a máquina, por ejemplo?
«Es sencillo», dice.
«Sólo se necesitan tres ingredientes: bicarbonato de sodio, sosa o carbonato de sodio y jabón de castilla (hecho a base de agua, sosa y aceite de oliva)».
Lo hace para uso personal y también lo comercializa, a través de su compañía The Simply Co.
Mientras tanto, en su blog Trash is for tossers, además de explicar su forma de vida, expone sus ideas y ofrece las alternativas a lo desechable que ha ido descubriendo: cepillos de dientes de bambú en lugar de los clásicos de plástico, copas menstruales en vez de tampones o compresas, bolsas de tela en lugar de las de plástico que ofrecen en los supermercados, entre otras.
«Supone un esfuerzo, pero es totalmente factible evolucionar hacia una vida sin desechos», asegura.
¿Y su decisión no afectó su vida social? ¿No se siente una isla en una ciudad como Nueva York?
«¡Todo lo contrario!», exclama.
«Creo que soy una persona más sociable. Se ha creado una comunidad en torno al tema y mucha gente me contacta para pedirme consejo, compartir ideas, proponerme alternativas», cuenta.
Y eso le hace ver que, si es posible en una gran urbe como Nueva York, es posible en cualquier lugar.
«Tienes la posibilidad de vivir sin generar basura. Es tu elección», sentencia.