Para muchos, fue una de las mujeres más importantes del siglo XX. Primera dama a los 31 e incuestionable ícono de moda, impuso un estilo de mujer y madre “perfecta” en tiempos en los que la hipocresía era un modo de vida.
Tanto, que la foto que la muestra vistiendo su clásico trajecito rosa manchado de sangre al lado de su marido recién asesinado la llevó a inmortalizarse casi como una heroína de fines de la modernidad.
Pero no todo en la vida de Jacqueline Lee Bouvier Kennedy Onassis fue un lecho de rosas. Ni mucho menos. Es que detrás de los millones, los lujos y los excesos se escondieron lágrimas, traiciones y, por qué no, venganzas.
Y de esta vida convulsionada trata “Jacqueline Kennedy Onassis: A Life Beyond Her Wildest Dreams (Jacqueline Kennedy Onassis: una vida más allá de sus sueños alocados). El libro escrito por Darwin Porter y Danforth Prince no sólo revela sus pasiones y relaciones ocultas sino que retrata a una mujer insaciable de poder, sexo… ¿Y amor?
¿Mujer de un solo hombre?
“La virginidad era algo de lo que quería librarse lo más rápido posible. Si mis cálculos son correctos, se acostó con al menos cinco hombres antes de casarse con Kennedy», dijo de ella su íntimo amigo Truman Capote.
A JFK llegamos. “El amor de su vida”, según las propias palabras de Jackie… Por poco tiempo. Es que el efecto “príncipe azul” duró sólo unos meses, hasta que el expresidente comenzó a tener amantes sólo unos meses después de su casamiento. Y no fue sólo Marilyn Monroe, tal vez ella fue su rubia debilidad más famosa, pero la lista fue interminable.
Traicionada, sola, abandonada, cada vez le costaba más esconder la angustia que le provocaban las continuas infidelidades de su marido. Su vida sexual era pobre, ella misma se lo hacía saber a su entorno. «Quería algo rápido para volver al teléfono a hablar con algún político. Cuando teníamos sexo, él inmediatamente se daba vuelta y se dormía. Entonces yo me quedaba escuchando sus ronquidos, casi llorando por mi falta de satisfacción como mujer», se la escuchó decir. Hoy se sabe: Kennedy, detrás de su jopo impecable y su sonrisa blanqueada, no era un gran amante. No lo era, realmente.
Relaciones prohibidas
Tan sexual como lo había sido su marido, su lista de amantes –si bien más discreta- fue tanto o más intensa que la de él. Viuda a los 34 años, luego de la muerte de JFK sus nuevos amantes fueron, ni más ni menos, que Robert y Edward Kennedy, hermanos de su difunto esposo. Escándalo en puerta, el clan más poderoso de los Estados Unidos hizo todo lo posible para que esto no se supiera. No lo lograron.
«Estoy enamorada de dos hombres al mismo tiempo, Bobby y Teddy», le dijo la ex Primera Dama a su amigo Capote cuando el primero anunció su candidatura a presidente. Pero en 1968 Robert también fue asesinado, lo que le liberó el camino a su hermano.
De acuerdo a lo que publican Porter y Prince, Edward estuvo al lado de Jackie en cada una de sus crisis y se convirtió en “ese” hombre con el que ella siempre podía contar. «Siempre estuve enamorado de Jackie, desde el comienzo. Cuando Jack (JFK) murió, sabía que también estaba viendo a Bobby, pero eso no me detuvo», habría contado en privado el menor de la familia.
Pero las lista de amantes sigue y excede los límites de su ex familia política. Hollywood también dijo presente en su cama: William Holden, Marlon Brando, Paul Newman, Warren Beatty, Frank Sinatra y Gregory Peck fueron algunas de las celebridades con las que compartió sábanas y placer.
Poco caballero si se quiere, el actor de “El padrino” contó al detalle algunos de sus encuentros con Jackie sólo un año después de quedar viuda. «Ella esperaba que yo la llevara a la cama -escribió el actor-, pero como yo no hacía nada, tomó el asunto en sus propias manos y me hizo la pregunta mágica: ‘¿Quieres pasar la noche conmigo?’. ‘Pensé que nunca me lo preguntarías’, le contesté».
Luego llegó el momento de Newman, que la acompañó en una noche de lujuria absoluta en un hotel. «Fue algo increíble. Paul y Jack tenían un pene idéntico. Fue como ser seducida por mi esposo otra vez. Escalofriante», le habría confesó Jackie a Truman Capote.
Unos años después, en 1968, llegó a su vida su segundo y último marido, tal vez el hombre más poderoso que haya tenido en su vida: Aristóteles Onassis. El magnate griego no era el estilo de hombre que le gustaba pero “No podía quedar casada con un dentista de Nueva Jersey”, le explicó –cruda y sincera- a su amigo.
En el ’75 volvió a quedar viuda. Y ya no hubo más maridos. Pero Jackie nunca estuvo sola, siempre estuvo rodeada de hombres.