La Diabetes Mellitus es una enfermedad crónica silenciosa, degenerativa, progresiva, incapacitante y controlable que se caracteriza por elevación de la glucosa en la sangre (hiperglucemia), debido a un defecto parcial o total en la secreción de la hormona en el páncreas y que regula el azúcar en la sangre (insulina).
El efecto de la diabetes no controlada es la hiperglucemia o aumento del azúcar en la sangre, mismo que con el tiempo daña órganos y sistemas, especialmente los nervios y los vasos sanguíneos.
Existen tres tipos de diabetes:
La tipo 1 o también conocida como diabetes insulino-dependiente, que aparece de manera brusca y aguda, generalmente en edades tempranas como la infancia, la adolescencia y la juventud.
La tipo 2, misma que es más frecuente en la edad adulta, aunque recientemente son más tempranas las edades en las que se presenta. Su aparición es lenta y silenciosa, ya que los síntomas podrían tardar cinco años o más en aparecer o reconocerse.
La diabetes gestacional, en la que la elevación de glucosa en sangre se inicia durante el embarazo en mujeres, aun cuando por lo general desaparece al término de éste. Uno de los efectos más frecuentes por este tipo de diabetes es un incremento de peso desproporcionado del bebé y una mayor probabilidad de que el bebé desarrolle obesidad y/o diabetes de tipo 2 en su vida adulta.
Los síntomas más frecuentes de la Diabetes Mellitus son orinar más de lo normal, aumentar la sensación de sed y de apetito, así como agotamiento, pérdida de peso, lentitud en la curación de heridas y visión borrosa.
Durante el embarazo, las hormonas causan resistencia a la insulina y generan lo que se conoce como diabetes gestacional, un padecimiento que a menudo desaparece con el nacimiento del bebé, pero quienes llegan a padecerla tienen de 30 a 70 por ciento de presentar después diabetes tipo 2.