En pleno siglo XXI, la cantidad de mujeres compositoras ha crecido exponencialmente, pero siguen siendo poco conocidas.
“Es un tema social muy grave, sinceramente, la falta de representación de las mujeres, la falta de igualdad y es un tema que nos toca directa o indirectamente, a cada uno nos toca de manera diferente, pero a todos nos toca. Yo no conozco ninguna cultura que no tenga música”, afirma Verónica Sabbag, diplomática de la Unión Europea y fundadora de la ONG “United Voices 4 Peace”.
Junto a su ONG, la diplomática trabajó en un importante proyecto de la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los derechos humanos en el marco de la celebración del 70 Aniversario de la Declaración Universal.
Diez composiciones, escritas por mujeres e inspiradas en la lucha por los derechos humanos fueron elegidas para ser interpretadas en un concierto de Gala en el Teatro Argentina, en Roma, Italia, a finales de 2018.
“Global Women in Music for Human Rights, donde hicimos un llamado a las mujeres compositoras para que enviaran sus trabajos. Recibimos más de 500 partituras, de cientos de países. Entonces, el problema no es que las mujeres no están ahí, las mujeres están allí. ¿Si están allí entonces porque no son conocidas?”, dice.
Para Lucía Caruso, el problema radica a veces en la misma ignorancia sobre la existencia de esta discriminación, incluso por parte de las mismas mujeres. Ella lo ha visto especialmente reflejado en su trabajo como compositora para películas.
“Al principio no me daba cuenta, era chica, era niña. Me empecé a dar cuenta cuando inicié a hacer música de cine porque comencé a ir a festivales, y las mujeres no se enteran de que no hay mujeres compositoras de películas”.
Lucía resalta que en la industria del cine en los últimos años se ha impulsado que haya cada vez más mujeres directoras, por ejemplo. El hecho de que ya haya un Oscar ganado por una mujer, y otras más nominadas por categorías generalmente dominadas por hombres como cinematografía y producción, es una señal de avance, pero no es suficiente.
“Hacen un big deal (le dan mucha importancia) por ejemplo con Wonder Woman, la última película de la Mujer Maravilla que salió, porque la directora es mujer Patty Jenkins, al igual que las productoras, la cinematografía y las primeras escenas, que son solo con mujeres durante 17 minutos, ¿pero el compositor de la música de la película?, es un hombre”, resalta.
Lucía asegura que hasta tuvo la oportunidad de preguntarles a varias directoras sobre si se habían dado cuenta de la falta de representación de las mujeres en la composición de la música para el cine.
“No yo nunca pensé en eso, dicen, no se me había ocurrido. A la gente ni siquiera se le ocurre”.
Los problemas y las posibles soluciones Verónica Sabbag asegura que el sector de la música refleja de manera casi extrema los problemas sistémicos que tienen las mujeres en la sociedad en general.
“El problema de la igualdad de género, ese es el problema general, y en la música se aprecia más esa diferencia”, dice, y compara el problema con el que ha existido a lo largo de los años en los programas de mantenimiento de la paz de la ONU, con la falta de mujeres en las filas de los cascos azules, por ejemplo.
“La cuestión de las mujeres, la paz y la seguridad es un tema que ya ha llegado al Consejo de Seguridad, pero en realidad es un principio, ¿por qué no mujeres en la música? A través de esta problemática que es aún más extrema, podemos hablar de problemas sistémicos, representatividad, liderazgo, diferencias de sueldo, diferencias de oportunidades”, expresa.
También es necesario abordar los problemas culturales y el modelo de democracia que se ha desarrollado, donde el poder de decisión continúa estando en manos de los hombres.
“Esa es una cosa que hay que abordar, que no solo concierne a las mujeres sino también a los hombres, concierne a todo el mundo porque hay un problema de representatividad, entonces nuestra democracia es imperfecta”, dice.
Pero ¿qué se puede hacer en la industria de la música para hacerla más justa con las mujeres? Las activistas tienen varias ideas. Una de ellas, introducir cuotas en todas las instancias.
“Hemos visto que cuando una mujer está en la junta directiva no hay diferencia, cuando hay dos mujeres quizás una apoya el punto de la otra, pero cuando hay tres ya comienzan a tener una voz bastante importante y allí ya tienen una influencia en las decisiones. Por eso hablamos del 30%, nosotras pensamos que es una cuota aceptable. Lo ideal es el 50%, pero vamos a dejar la idea para más allá y empecemos con algo”, explica Verónica.
Las cuotas también se pueden aplicar a la presencia en orquestas, en la música que se escucha en la radio, a la cantidad de mujeres que participan en festivales de música, y así.
“Otra solución de la que hemos hablado se llaman las audiciones a ciegas, eso significa que hay una cortina y una serie de plataformas en el teatro para que cuando entre una mujer no se distinga su género por la manera de caminar o si lleva tacones o no. Se hace detrás de una cortina de manera que se valore la música y la manera de tocar y no tanto el género o incluso la presencia física de la persona que está delante de ellos”, dice.
Para la diplomática, estas medidas son un “granito de arena” en una gran montaña que junto a otras activistas tienen la ambición de construir.
“Había una parte de la población callada y aceptando el statu quo, pero esas voces ya se están comenzando a escuchar”.
Lucía Caruso
Lucía Caruso, es compositora, pianista y directora de la orquesta Manhattan Camerata en Nueva York.
Lucía Caruso nació en Mendoza, Argentina, y desde los cuatro años improvisaba e inventaba melodías con sus instrumentos de juguete, y hasta dirigía orquestas de ositos de peluche.
“A los 12 decidí que la música sería mi carrera”, dice.
A esa misma edad, Lucía se encaminó en lo que se convertiría su pasión de vida. Ella escribió el guión de una película bíblica, inspirada por los “biblical spectaculars” de los años 60 como Ben Hur, King of Kings y Quo Vadis, y con la ayuda de su padre lo produjo.
“Los actores éramos todos niños compañeros del colegio. Los adultos y profesores nos ayudaban a conseguir materiales, disfraces etc. Y nos llevaban al camino a las montañas de los Andes a filmar todos los sábados.”
Lucía se inspiró en el compositor de cine Miklós Rózsa, y creó la música para su película con un sintetizador.
“Fue algo casero y modesto… pero fue el gran empuje que me incentivó a hacer música de cine”.
De niña, Lucía nunca pensó que la carrera que había elegido era una dominada principalmente por hombres.
“En cine, en todo lo que es la industria del cine, las mujeres que componen para películas son apenas entre un 2 y 3%”, resaltó durante una entrevista con Noticias ONU. Es decir, de cada cien compositores, solo dos o tres son mujeres.