Cuando tienes una semana de gran presión en el trabajo y es cuando más centrado deberías estar, es justo cuando mayor sucesión de despistes y olvidos encadenados tienes. Te preguntarás a qué se debe tamaño infortunio, cuando sueles tener una memoria de elefante y eres el ser más responsable bajo la capa de las estrellas. Pues, según algunas investigaciones, el estrés y la adversidad debilitan la capacidad del cerebro para aprender y retener información.
Para evitar que el estrés te juegue una mala pasada en este sentido, olvida el típico remedio de abuela de tomar rabos de pasa, ya que un estudio neurológico en ratones ha encontrado otra solución a este problema: el ejercicio regular puede contrarrestar esos efectos reforzando la comunicación entre las células cerebrales. Y no hablamos de ‘ejercicio mental’, sino el de sudar la gota gorda.
Aunque la memoria aún sigue siendo un enigma, se sabe que nuestros recuerdos están ‘grabados’ o codificados en células cerebrales del hipocampo, el centro de memoria del cerebro. De esta manera están disponibles para ser recordados a largo plazo y no ser como Dory en Buscando a Nemo.
Para ello es necesario que las células se conecten entre sí (sinapsis) a través de señales eléctricas y químicas que se mueven de una célula a otra, las cuales pueden ser relativamente débiles y esporádicas o fluir con vigor y frecuencia. De este modo, cuanto más fuertes sean los mensajes entre las neuronas, más fuertes y permanentes serán los recuerdos que guardan.
Como era de esperar malos hábitos como la falta de sueño, el alcohol, una dieta inadecuada o el estrés pueden reducir el flujo de mensajes entre las células cerebrales, no obstante, esta investigación sugiere que el ejercicio físico sí contribuye a aumentar el vigor de nuestros mensajes neuronales y por tanto, mejorar el aprendizaje y la memoria.
Sin embargo, esta conclusión se obtuvo tras observar a dos grupos de roedores: uno sedentario y otro que corría en la rueda. Además, los animales fueron sometidos a situaciones estresantes para intentar emular la ansiedad laboral o de otra índole que puede vivir un ser humano en su vida cotidiana. Tras esto se les introdujo en un laberinto para que aprendiesen el camino de vuelta y así poder comprobar el funcionamiento de su sinapsis.
Los resultados mostraron que, tras tres días de estrés crónico, las conexiones intracelulares de los roedores sedentarios eran mucho más débiles, mientras que la sinapsis de los que hacían ejercicio en la rueda era mucho más efectiva y fuerte, aún habiendo sido sometidos a estrés. Los científicos desean determinar si otro tipo de ejercicios, como caminar suave o hacer pesas, tienen este mismo beneficio a nivel neuronal.
Aún así al no estar aplicado en seres humanos no se puede determinar nada, no obstante, lo que sí está claro es que el ejercicio regular es bueno para nuestra salud. Por tanto, no seas perezoso y dedícate a ejercitar cuerpo y mente todo lo que puedas.