El consumo esporádico de alcohol durante el embarazo provoca alteraciones neuronales en el bebé que son indetectables en el parto, pero que afectarán al aprendizaje, comportamiento y memoria del niño, según un estudio llevado publicado en la revista Neuropharmacology.
Llevada a cabo por científicos de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) de Barcelona, la investigación ha descrito los efectos que tienen el alto consumo de alcohol en un solo día durante el embarazo en el desarrollo del sistema nervioso del feto y ha demostrado que beber, aunque sea una vez a la semana, es suficiente para provocar errores neuronales graves que se prolongan hasta la edad adulta.
El Grupo de Investigación en Neurobiología del Comportamiento (GReNeC-NeuroBio) de la UPF ha estudiado qué ocurre cuando el consumo de alcohol durante el embarazo no se da de forma continua, sino que sigue un patrón esporádico y de tipo atracón, como en el caso de los jóvenes cuando hacen botellón.
«Nuestro estudio revela alteraciones en las neuronas cerebrales que se traducen en graves anomalías en el comportamiento de la descendencia», resumió Olga Valverde, líder del estudio, que se ha hecho con ratones.
Valverde advirtió que «no aparecen malformaciones ni cambios en el peso corporal de la descendencia, con lo que el trastorno es invisible en el momento del nacimiento».
Según la investigadora, el alcohol interrumpe el desarrollo embrionario del sistema nervioso central, provocando una mala función cognitiva y conductual a largo plazo.
Además, puede activar de forma intensa al sistema inmune que protege la función de las neuronas, contribuyendo al daño cerebral y la neurodegeneración en adolescentes y adultos.
«Hemos observado un aumento de ciertos factores proinflamatorios en el cerebro de las crías afectadas por el consumo esporádico materno de alcohol», detalló Valverde.
Este desequilibrio hace que el sistema inmunitario ataque la mielina, una capa celular que rodea el nervio y que facilita que los impulsos eléctricos se transmitan eficientemente a las neuronas y, por tanto, se transmita el mensaje nervioso.
«Hoy por hoy no sabemos si las disfunciones neuroconductuales persistentes están relacionadas con la neuroinflamación o las alteraciones de la mielina pero, de acuerdo con nuestros resultados, los antiinflamatorios deberían ser considerados como posible tratamiento para prevenir el daño cerebral causado por el consumo de alcohol durante el embarazo», concluyó Valverde. EFE