Las nuevas tecnologías (TICs) dieron lugar a un nuevo concepto que refiere a las diferencias de uso y acceso a la información y la comunicación: la «brecha digital» designa a las desigualdades en este ámbito, que no solo se producen por la disponibilidad de los equipos y el acceso a Internet, sino también en lo que refiere a la producción de contenidos (por los distintos niveles de alfabetización y capacitación tecnológica).
Además de que hay menos mujeres que hombres usuarios de las TICs, las que sí acceden a las tecnologías lo hacen -en general- de una manera más elemental, es decir, tienen aun menos «habilidades» tecnológicas que los varones. , consultor internacional y experto asociado del Sistema de Naciones Unidas, dio una charla sobre el tema en el marco de la presentación del Galaxy S7 edge Pink.
«La brecha digital refiere a esta situación de desventaja de las mujeres respecto de los hombres en cuanto al acceso y al uso de las tecnologías. Se habla de tres diferentes tipos de brechas de género: el acceso, el uso (es decir, de qué manera están haciendo un uso provechoso de estas nuevas tecnologías -tanto hombres como mujeres- para poder empoderarse) y la capacidad de poder acercarse a nuevas tecnologías que modifiquen no solo la vida de uno, sino también la de los demás», detalló Sebastián a Entremujeres.
Desde que las mujeres sumaron el trabajo «fuera de casa», varios países registran un aumento en su sensación de infelicidad. ¿Cuál es tu visión sobre esto?
Los estudios sobre la medición de la infelicidad y del uso del tiempo están íntimamente ligados con estos temas. Hay algunos países que están diseñando políticas públicas para hacer frente a esta carga desproporcionada del trabajo remunerado y no remunerado: se habla de un 80/20, es decir, del 100% de trabajo no remunerado que se hace en un día, el 80% lo cubren las mujeres. Es una carga inmensa de trabajo, lo que en América Latina y el Caribe se suma a altos índices de pobreza. La mujer necesita salir a trabajar pero, al mismo tiempo, tiene que hacer frente a las tareas domésticas y en general no cuenta con apoyo externo, por lo que se le hace una carga muy pesada. Esto genera, además y en relación a la tecnología, la imposibilidad de acercarse a las tecnologías de la información y comunicación.
Algunas empresas están empezando a implementar el teletrabajo (home office), que ayuda justamente a que las mujeres puedan hacer frente a las cargas de trabajo no remunerado y, al mismo tiempo, puedan desarrollarse profesionalmente. Muchas de ellas -inclusive- no lo hacen a través del home office, pero sí tienen sus propias ocupaciones en las que el uso de la tecnología en cualquier momento les permite también desplegar su potencial.
La mayoría de los argentinos dijeron estar a favor de la diversidad de género, pero a la hora de hablar de jefes prefieren a los varones. ¿Por qué creés que esto es así?
Cuando hablamos de género -que tiene que ver con una lucha y una conquista introducida gracias a las organizaciones de mujeres y feministas-, hablamos de género asociado a la mujer. Sin embargo, cuando hablamos de género tenemos que hablar de ambos -hombres y mujeres- y debemos derribar ciertos estereotipos que tienen que ver con una sociedad más fragmentaria y binaria que recibimos todos desde que nacemos. Tenemos que hablar de que estamos atravesados por un sistema patriarcal y machista en el que permanentemente «esto es para las nenas y esto para los nenes», «un hombre no puede llorar» y hay «determinados juegos para las niñas y otros para los varones». Esto se va reproduciendo, pero la buena noticia es que, de la misma manera que aprendemos que hay determinadas conductas, comportamientos y actitudes que son propias de uno y otro género, esto también se pueden desaprender. De la misma manera que los hombres hemos aprendido que la violencia es el mecanismo para tramitar las diferencias, también uno puede desaprender este comportamiento y buscar el diálogo como una forma de acercamiento.