Los niños que se chupan el pulgar o se comen las uñas son menos propensos que los demás a desarrollar alergias, según señala un nuevo estudio.
De acuerdo con la «hipótesis de la higiene», la exposición temprana a los microbios reduciría el riesgo de padecer alergias, lo que explicaría por qué los niños con hábitos orales tienen menos alergias en la edad adulta, aunque esta idea aún está en debate.
El nuevo estudio no prueba que chuparse el pulgar o comerse las uñas reduzca las alergias, según aclaró el autor principal, doctor Robert J. Hancox, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Otago, Dunedin, Nueva Zelanda.
«Siempre es posible que exista otra explicación, aunque es difícil sugerir cuál sería», dijo.
Su equipo siguió a más de 1000 niños que habían nacido en 1972-1973; sus padres habían respondido sobre aquellos dos hábitos en sus hijos cuando tenían cinco, siete y 11 años. A los 13 y los 32 años, el equipo les hizo pruebas para detectar alergias.
En algún punto en la niñez, casi un tercio se había comido las uñas o se chupaba el pulgar. Este grupo era menos propenso a reaccionar a los alergenos más comunes a los 13 y 32 años que el grupo que nunca había tenido esos hábitos.
Casi el 40 por ciento de las niñas y el 50 por ciento de los varones habían tenido una alergia a los 13 años, mientras que el 60 por ciento de ambos sexos la tenía a los 32 años.
A los 13 años, la tasa de alergia era del 38 por ciento en los niños que se comían las uñas o se chupaban el pulgar, comparado con el 50 por ciento de aquellos sin esos hábitos. La relación se mantenía a los 32 años.
El equipo tuvo en cuenta las alergias de los padres, la lactancia materna, la presencia de mascotas en el hogar, la
cantidad de habitantes de la vivienda, el nivel socioeconómico y el tabaquismo. También observó que el asma no estaba asociado con estos hábitos orales infantiles, según publica en
Pediatrics.