A los 40 años, la CEO de Yahoo! Marissa Mayer anunció que está embarazada de gemelas y que, como hizo en 2012 con su primer hijo, se tomará una licencia de tan solo dos semanas para luego volver a trabajar.
Tal fue la naturalidad con la que lo anunció en su Tumblr que rápidamente desató el debate: ¿En qué lugar se pone al «renunciar» a este derecho? ¿Vulnera el trabajo de los movimientos de mujeres en relación a estas temáticas? ¿En qué situación deja al resto de las empleadas de la compañía, que no disponen de los mismos medios para el cuidado de sus bebés?
La polémica dio la vuelta al mundo: una periodista del diario británico The Guardian habló de su propia experiencia como madre de mellizos y le deseó una muy irónica «suerte» a Marissa; mientras que la revista Time celebró que estos problemas salgan a la luz porque eso significa que las mujeres empiezan (¡por fin!) a escalar niveles jerárquicos, aunque muy, pero muy de a poco: de las 500 empresas Fortune, solo 26 tienen a mujeres CEO.
¿Dar el ejemplo?
Estados Unidos y Papúa Nueva Guinea son los únicos dos países (de los 185 de los que se tiene información) que no garantizan la licencia de maternidad remunerada, sino que esto depende de la generosidad de cada empresa, tal como explica un informe de la Organización Mundial del Trabajo. En el caso de Yahoo, fue la propia Mayer quien, un año después de dar a luz, amplió el permiso de maternidad a 16 semanas para las madres e instauró una licencia de ocho semanas para los padres (que hasta el momento no tenían licencias pagas). Pero, al prescindir ella misma de esos beneficios, deja en un lugar bastante incómodo a las empleadas de la compañía.
«Siendo la CEO de una empresa de tal envergadura supone un antecedente, una vara con la que se supone que podrían medirse las actitudes de otras mujeres. En una sociedad que es muy poco amable en dejar el espacio que se necesita para lograr calidad personal y profesional, es muy factible que otras ejecutivas sean ‘presionadas’ a seguir los pasos de Mayer, en vez de permitírseles su propia elección», dice Flavia Tomaello, autora de libros como «Qué animales somos como padres», «Adopción» y «Gerentas de hogar».
Carina Lupica, especialista en mercado de trabajo, género y maternidad y miembro del consejo de asesores del Observatorio de la Maternidad, dice a Entremujeres que «si bien tiene todo el derecho a tomar el tiempo que quiera de permiso de maternidad, cuando se tienen altas responsabilidades y gran exposición pública también es cierto que, voluntariamente o no, se asumen otros roles sociales. En ese contexto, es entendible que muchas personas interpreten que Mayer podría elegir ser un ‘ejemplo’ y tomar su permiso como una declaración política de la necesidad de otorgar este beneficio a todas las trabajadoras».
El trasfondo del debate que generó su anuncio no tiene que ver con el cuestionamiento de una decisión personal, sino la influencia que pueda tener en otros ámbitos, vulnerando -de alguna manera- el trabajo de los movimientos de mujeres en relación a estas temáticas. «No es buen ejemplo e implica presión para otras mujeres, que sentirán ser una ‘carga’ en ese mundo laboral cada vez que se les ocurra traer a una personita al mundo», coincide el psicólogo Miguel Espeche a Entremujeres. «La idea de abolir de hecho la licencia por maternidad es ofrecerse a sí misma (y, por extensión, a su hijo) en sacrificio en el altar del productivismo económico».
Cuando Marissa dio a luz a Macallister hace tres años, no solo se tomó una breve licencia, sino que contó con personal que le ayudaba con su bebé y mandó a construir una guardería cercana a su oficina. Facilidades que no están disponibles a nivel general. Es que, como dijo hace un tiempo Susan Wojcicki, CEO de YouTube y madre de cinco hijos: «Cuando estás en los comienzos de tu carrera, tenés menos recursos, un sueldo más bajo y ninguna capacidad de gestión. Ese fue el momento más duro para mí».
Podríamos ubicar la historia de Susan en el polo opuesto a la de Mayer, ya que ella se ocupó de destacar públicamente las ventajas de las licencias por maternidad pagas, asegurando en un artículo de opinión publicado en The Wall Street Journal que éstas no solo son buenas para las mujeres, sino que son «buenas para los negocios». ¿Sus argumentos? Permiten reducir el riesgo de depresión post-parto, mantener a los bebés sanos y alentar a las madres a permanecer en el lugar de trabajo.
¿Una cuestión de roles?
Marta Cruz es socia fundadora de NXTPLabs y es referente en emprendedorismo en nuestro país. Tiene tres hijos y es abuela. Y reflexiona: «Siempre le vamos a deber algo a alguien: a nuestros hijos, a nuestro trabajo, a nuestro marido… El problema es cuando siempre le debemos al mismo». Es que la situación que enfrenta Marissa, como millones de mujeres del mundo, es qué malabares hacer para conciliar el desarrollo profesional con la «vida personal» y el cuidado de los hijos. El problema reside, justamente, en que lamentablemente aun existe un modelo que supone que el hombre es el que sale a trabajar y la mujer, la que se queda en casa limpiando y cuidando a los chicos.
Según una encuesta de la Universidad Abierta Interamericana en colaboración con el Grupo RHUO en Argentina, seis de cada diez mujeres trabajadoras dijo que desarrollar una carrera laboral es un camino particularmente difícil para la mujer y el 72% opinó que los lugares de trabajo no disponen de buenas políticas para facilitar la etapa de maternidad.
Como sabemos y experimentamos cada día, la mayoría de las mujeres y los hombres comparten el trabajo remunerado, por lo que se supone que deberían ejercer juntos el cuidado de sus hijos e hijas. Sin embargo, la normativa actual no supone que el cuidado de los chicos se realice, efectivamente, en conjunto y en igualdad de condiciones.
Hoy en la Argentina las mujeres trabajadoras tienen derecho a tres meses por licencia de maternidad (45 días antes del parto y 45 días después), con posibilidad de extenderla por un período de entre 3 y 6 meses, según la ley 21.824. Mientras tanto, los varones pueden «faltar» solo dos días al trabajo cuando se convierten en padres, con algunas excepciones según la actividad (además, en 2013, el Senado dio media sanción a un proyecto que lo extendía a cinco días, pero no se trató en Diputados). Es decir, solo dos días «oficiales» para que cambie pañales o lave la ropita sucia del nuevo integrante de la familia. Luego, se supone que será la madre quien quedará al cuidado del bebé y el varón «proveedor» estará enfocado en trabajar para traer el sustento a casa. Esto permite entender por qué muchas veces es tan difícil de compartir en un «50 y 50» la responsabilidad de la crianza de los chicos.
«Las licencias por maternidad, paternidad y parentalidad representaron un enorme avance en términos de derechos laborales, protegiendo tanto a mujeres como a hombres, frente a la posible discriminación en el mercado laboral debido a su condición de madres o padres», explica Andrea Balzano, Coordinadora del Área de Género del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Argentina, a Entremujeres. «También apoyó al cumplimiento del derecho de los adultos de ‘cuidar’ y de los niños/as de ‘ser cuidados’. Consideramos muy importante sostener los avances alcanzados hasta el momento y seguir profundizándolos para poder lograr una efectiva conciliación entre la vida laboral y personal, con corresponsabilidad social, es decir, con una distribución equitativa de las tareas y responsabilidades de cuidado entre el estado, el mercado y las familias».
La verdadera cuestión es que los varones deberían contar con un mayor aval institucional para ejercer su rol paternal luego del nacimiento y poder desempeñar las funciones de cuidado a la par de las madres mujeres. Sería interesante que el debate alrededor de la nueva maternidad de Mayer impulse también voces a favor del cuidado de los hijos por parte del marido, así como que los hombres cuenten con una licencia por paternidad más extendida que permita acercarnos a una verdadera igualdad. Sería algo así como «equilibrar hacia arriba».
Regina Cárdenas, una ginecóloga destacada en España, dijo a S-Moda que «los permisos deberían ser obligatorios y equitativos tantos para padres como para madres. Solo así se acabaría con la discriminación». Y alentó, además, a no perder de vista los derechos de los niños, porque «todos tienen derecho a la lactancia materna y a ser atendidos por sus madres. La lactancia no solo estable un vínculo, sino que tiene efectos positivos sobre la salud del niño».