La multimillonaria más joven de Estados Unidos, quien llegó a serlo por sus propios méritos, tiene 30 años y no terminó la universidad. La compañía que fundó tiene el potencial de cambiar el cuidado de la salud para millones de estadounidenses.
Elizabeth Holmes dejó la Universidad de Stanford a los 19 años con un plan para empezar su propia compañía. Como necesitaba dinero, cobró los fondos que sus padres habían guardado para su educación. Ahora, ella cuenta con el multimillonario Larry Ellison como inversionista y tiene a ex secretarios de estado en su junta directiva.
«Creo que muchos jóvenes tienen ideas y perspectivas increíbles, pero a veces esperan antes de dedicar su vida a algo», dijo. «Lo que yo hice simplemente fue empezar un poco antes».
Holmes, a través de su compañía Theranos, ha fijado su objetivo en la industria de 76.000 millones de dólares de laboratorios y diagnósticos. Se trata de una industria que solo estaba a la espera de ser alterada, debido a que las pruebas de sangre no han cambiado desde que surgió el laboratorio clínico moderno en los años sesenta.
Su idea: no más viales. No más torniquetes. Solo una gota de sangre colocada en un envase más pequeño que una moneda de diez centavos. Y hasta 70 pruebas de laboratorio se pueden realizar con una sola gota de sangre en menos tiempo que una prueba tradicional.
Holmes cree que esa facilidad al momento de realizar las pruebas aumentará las probabilidades de que las personas se realicen exámenes de sangre, y esto ayudará a la detección temprana de enfermedades, algo que le apasiona. Su padre, Christian Holmes IV, ha dedicado su carrera a trabajar en la asistencia humanitaria. Entre otras cosas, ha ocupado varios puestos ejecutivos en USAID.
«Mi padre trabajó en la asistencia en caso de desastres, por lo que crecí en un hogar en el que había fotografías de niños pequeños en partes del mundo donde las condiciones eran realmente difíciles», dijo. «Estaba absolutamente convencida de que eso era lo que iba a hacer. Luego, cuando comencé a darme cuenta de que una compañía podía ser un vehículo para tener un impacto muy directo en un cambio que estás tratando de hacer, comencé a pensar en el concepto de ¿qué podía construir que tuviera un impacto en la vida de muchas personas?»
La solución que ha construido es el Theranos Wellness Center, el cual cuenta con música tranquila, revistas llamativas, y realiza pruebas de sangre con un pinchazo relativamente suave. La meta máxima de Holmes es tener un centro a 8 kilómetros de cualquier estadounidense (o a 1,6 kilómetros para las personas que viven en grandes ciudades).
Theranos se asoció con las farmacias Walgreens para hacer de esto una realidad, y los centros se construyen dentro de los locales Walgreens existentes.
Actualmente hay centros en California y Arizona, y existen planes para hacer una expansión gradual hacia 8.200 Walgreens ubicados en distintos vecindarios en todo el país.
«Se trata de acercar las pruebas a donde la gente vive, y también de cambiar los horarios de operaciones, para que puedas tener acceso a estas pruebas durante el fin de semana, o tarde en la noche. No tienes que dejar de trabajar o salir de la oficina durante el día», dijo Holmes.
Holmes también es defensora de la transparencia en el cuidado de la salud, así que Theranos publica la lista de precios de sus casi 1.000 pruebas en su sitio web. A menudo, los costos son una fracción de lo que serían por medio de las tasas estándar de reembolso.
Según la Asociación Americana de Laboratorios Clínicos, más de 7.000 millones de pruebas de laboratorio se realizan en Estados Unidos cada año, y los resultados de laboratorio dictan el 80% de las decisiones médicas. Demasiado a menudo, los costos de los exámenes de laboratorio y el miedo a que les pinchen el brazo con una aguja, disuade a los pacientes de realizarse las pruebas necesarias.
«Hoy en día, del 40 al 60% de los estadounidenses no cumplen con incluso las pruebas básicas que sus médicos les recetan cuando van a consulta, porque a menudo no pueden pagarlas, o le tienen miedo a las agujas», dijo Holmes.
Ella siente lo mismo respecto a las agujas.
«Realmente creo que si fuéramos de otro planeta y nos sentáramos a pensar en experimentos de tortura, el concepto de clavarle una aguja a alguien y sacarle sangre probablemente calificaría como una buena opción», dijo.