Existen en la actualidad una gran cantidad de dietas caseras difundidas de boca en boca, en revistas e Internet, y todas prometen lo mismo: perder muchos kilos en poco tiempo. Sin embargo, al no tener un sustento científico, carecen de eficacia y pueden desencadenar problemas de salud.
En este marco, y como punto de partida, es importante saber que la palabra dieta se está sacando del lenguaje comúnmente utilizado en nutrición, entre otras razones porque está relacionada con algo restrictivo. Hoy, en cambio, se habla de “plan alimentario” o “guía alimentaria”: no es lo mismo que alguien ordene su alimentación para comer sano a que haga dieta y solo restrinja alimentos o comidas.
De hecho, el descenso de peso no solo se logra dejando de comer ciertas comidas, sino fundamentalmente formando hábitos saludables. De nada sirve iniciar un régimen de una semana y dejar de comer pan, por ejemplo, si cuando ya considero que bajé los kilos que necesitaba vuelvo a comer la misma cantidad de pan que comía antes; ahí es donde está la falla. En otras palabras, la clave no está en dejar de comer lo que nos gusta, sino en reordenar la alimentación y manejar cantidades adecuadas para empezar el proceso de descenso de peso.
¡Cuidado con la dieta casera!
Un riesgo al que nos exponemos al poner en práctica una dieta casera –es decir, sin control profesional- es que cuando existen problemas de salud como hipertensión, diabetes o alguna otra enfermedad crónica, necesitamos que ciertos grupos alimentarios estén siempre presentes.
Es por eso que el especialista trabaja con un óvalo, o pirámide alimentaria, que tiene un fundamento; no se puede hacer una dieta y comer solo frutas y verduras, ni tampoco consumir solo lácteos y carnes; tenemos que comer toda la variedad. Si dejamos de consumir ciertos alimentos podemos hacer carencia de algunos nutrientes tales como hierro y calcio, entre otros.
Lo que estas “dietas mágicas” promocionan es el descenso de peso en pocos días, pero el efecto que éstas generan es simplemente pérdida de líquido. Este es otro gran riesgo, ya que nos exponemos a deshidratarnos, y un hipertenso o un paciente cardíaco no puede jugar con eso.
El perder un poco de líquido ya se nota en la balanza, pero lo que hay que hacer es perder masa grasa. Siempre hay que pensar cuánto tiempo nos llevó ganar esos kilos de más: un año, dos, tres. Entonces no se puede pretender en una semana o un mes perder lo que llevó tres años ganar. Por eso con cada paciente hay que trabajar con objetivos específicos: qué voy a hacer, cómo me voy a organizar para lograrlo, cuál es un meta lógica y alcanzable, entre otros.
Para peor, como complemento de estas dietas caseras, muchas personas suelen consumir algunas pastillas o productos que ayudan a eliminar grasas, sin tener en cuenta que así también eliminan, por ejemplo, vitaminas asociadas a las grasas.
Por otra parte, al decidir hacer una dieta casera a veces se abusa de los productos light. Y aunque éstos sean reducidos en grasa o en azúcares, igualmente contienen calorías. En otras palabras, de nada sirve comer dos postres porque son light, cuando en definitiva es lo mismo que comerme uno en su versión original. Y un tema no menor es conocer que los productos salados reducidos en grasa generalmente contienen más sodio, cuestión que no se puede ignorar en pacientes hipertensos.
Sí a los hábitos saludables
Es entendible que una persona prefiera una dieta que garantice bajar cinco kilos en un mes: es algo rápido y cómodo. Sin embargo, esas dietas no forman hábitos, son más restrictivas y hacen que las personas bajen de peso pero con un formato que es incompatible con la vida social y familiar. No se trata de dejar el pan, los postres, las pastas o comer sólo fruta y verdura, tenemos que tener la conducta para elegir la porción adecuada y disfrutar de un evento o una reunión o simplemente de la comida diaria.
Hay que tener en cuenta que si yo restrinjo el alimento o salteo comidas se hace más difícil el descenso de peso, porque el organismo tiende a cuidar las reservas de grasa que hay; esta es una cuestión genética. Es sabido que cada proceso digestivo conlleva un consumo energético para el organismo. Por eso la propuesta es hacer varias comidas al día de pequeño volumen. También solemos ser más activos en las primeras horas del día por lo que se recomienda realizar las comidas más fuertes a la mañana y al mediodía.
En general, los pacientes llegan al nutricionista con esa idea de bajar rápido de peso y se dan cuenta de que en realidad hay mucho para corregir: la falta de actividad física, la forma de comer, la distribución de comidas en el día, entre otros.
La alternativade la internación como tratamiento para el descenso de peso, que es una opción creciente en el país, tiene como ventaja el poder trabajar en una forma integradora con el paciente en el aprendizaje de hábitos de vida saludable a largo plazo.
Las contradicciones de las dietas caseras
* No son armónicas. No incluyen todos los grupos de alimentos en cantidades adecuadas. Las leyes de la alimentación hablan de armonía, cantidad, calidad; no se trata de comer los alimentos en las cantidades que nos parezcan sino que hay que tener una alimentación armónica.
* No tienen en cuenta si hay alguna patología de base. Enfermedades como diabetes, un hipotiroidismo, hipertensión, pueden complicarse si se realiza una dieta no supervisada.
* No tienen en cuenta los hábitos de alimentación de cada persona. Esto hace que no se puedan sostener en el tiempo.
* La gran mayoría de las veces eliminan líquido y no masa grasa.
* Se puede correr el riesgo de perder vitaminas y minerales.
* No modifican hábitos alimentarios sino que buscan un resultado inmediato.
* No son adecuadas para sostenerlas en la vida social de la persona. Es muy difícil separar lo alimentario de lo social.
Por la licenciada Romina Biondini, profesional responsable del Área de Nutrición de Sanatorio Diquecito.