Las «anti-amigas»: mejor perderlas que encontrarlas

Las  “amigas que no son tales” son las que traen malestar a nuestras vidas pero, aún así, nos cuesta dejar ir. He aquí algunas de las más representativas:

Las víctimas:

Esas “amigas” que, cuando nos llaman, hubiéramos preferido no atender. Nos invaden con padecimientos a los que no podemos poner límites, porque las ofende cualquier acción contraria a sus deseos.

En realidad el costo emocional es elevado y, aunque nos resulte difícil, la situación amerita una decisión. ¿Por quien tomamos partido, por nosotras o por ellas? Si conservar ese vínculo no forma parte de nuestro interés, lo más honesto es el alejamiento.

Las carroñeras:

Sólo se acuerdan de la amistad cuando estamos atravesando por una situación difícil o un problema de salud. En esos momentos se muestran en exceso solidarias. Renacen cuando estamos abajo y ellas se encuentran en una posición superior.

De estas supuestas amigas también nos conviene tomar distancia porque para que la amistad perdure estamos obligadas a ocupar una posición desfavorable que en nada contribuye a nuestro crecimiento personal.

Las incendiarias:

Son las que echan gasolina al fuego de nuestra angustia. Pueden llegar a contarnos cuántos se han muerto del mismo problema de salud que nosotras tenemos o cuántas se han desayunado de la infidelidad de su marido por los mismos signos que evidencia el nuestro.

Una manera asertiva de poner un fin a esta relación es comunicándoles que sus actitudes nos hacen daño y que hemos decidido no exponernos más a ello.

Las irrespetuosas:

Esas que permanentemente nos juzgan criticando nuestras elecciones y decisiones. No respetan ni lo que somos ni lo que hacemos. Puede que las hayamos elegido en momentos de inseguridad y las ubicamos en una posición de saber ante nuestra supuesta ignorancia.

Pero, si somos conscientes del padecimiento de este vínculo, ya nada tenemos qué hacer en él. Sólo resta empezar a respetarnos a nosotras mismas lo suficiente como para no permitir que otro nos falte el respeto.

Las envidiosas:

Una baja autoestima es un terreno fértil para que crezcan sentimientos nocivos entre las mujeres. La envidia se expresa como “quiero lo que ella tiene”, la competencia o rivalidad como “quiero ganarle, ser más que ella”.

Puede que nos sintamos nosotras las envidiadas o, a la inversa, experimentemos ese sentimiento hacia una amiga. En ambos casos, esa amistad no es verdadera y nos conviene alejarnos de ella.

EN SÍNTESIS…

Sostener una amistad que no nos hace bien carece de sentido, ya que es un tipo de vínculo que elegimos con libertad. Al contrario de los familiares, nuestros amigos no nos vienen impuestos.

Podemos decidir no dedicar nuestra energía a soportar amigas que no son tales y ponerla al servicio de cuidar, con actitudes positivas de nuestra parte, a las que nos acompañan con respeto, amor y lealtad. Ellas contribuyen a nuestra salud y bienestar.

Por la licenciada Alicia López Blanco, psicóloga clínica. www.alicialopezblanco.com.ar