Cuando los leas quizás te parezcan demasiado obvios, pero la realidad es que muchas veces terminamos cayendo en estos malos hábitos. El problema es que, en el largo plazo, puede atentar contra nuestro noviazgo, convivencia o matrimonio.
En líneas generales, lo que mencionamos no tiene importancia si se produce una vez aislada. El gran problema llega cuando se hace costumbre, cuando se transforma en (mal) hábito.
Empecemos por las malas costumbres en cuanto a la comunicación:
* En situaciones de crisis, acudir a familiares o amigos en vez de buscar apoyo en la pareja. Si el problema está en la pareja, la solución debe estar ahí mismo. Cuantas más voces haya en la discusión, más caótico será el resultado. Recordá que cada pareja es un mundo y cualquiera que opine desde afuera lo hará desde su propia óptica, sin conocer el verdadero contexto.
* Pelear en público. Se pueden dar situaciones híper vergonzosas tanto para ustedes como para los testigos. Si percibís que se viene una discusión, hacé lo que sea por cambiar el rumbo. Si sentís la necesidad, podés retomar la discusión puertas adentro.
* Evitar los conflictos. No es cierto que las parejas felices no pelean. Por eso, no caer en peleas y discusiones no es necesariamente signo de una relación saludable. Si ambas partes de una pareja están de acuerdo en absolutamente todo, algo pasa. No tengas miedo al conflicto: en su justa medida, puede ser el vehículo hacia una mejoría en la relación.
* No hablar sobre los problemas. Evitando los temas conflictivos, a la larga un pequeño problema se puede convertir en uno importante. Obviamente que no estamos hablando de charlar sobre absolutamente todos los roces, sino de tratar los temas que vos sabés que pueden llegar a transformarse en un problema mayor. Lo importante es no ignorar los conflictos, sino afrontarlos.
Más errores que pueden terminar una relación:
* Espiar. La base de todo es la confianza. Si caés en revisar emails o mensajes, estás abriendo la puerta a una marea de sospecha y malos sentimientos. Antes de sucumbir a la tentación de espiar, planteate qué sentirías si fuera tu pareja la que te estuviera espiando, metiéndose en tu privacidad, en tus cosas…
* Comparar. No hay nada peor para el otro que estar comparándolo con otras personas: el novio de tal, mi cuñado, y ni hablar de los ex. No importa que lo pienses para vos misma, no hace falta decirlo. Ni siquiera está bueno hacer comparaciones positivas, porque en un mal momento de la pareja puede llegar la comparación negativa.
* Criticar a la familia política. Si lo hacés, estás permitiendo que tu pareja critique a TU familia. Y una vez que pasa, no hay vuelta atrás: todos son libres de hablar de la familia del otro. ¡Nada bueno puede salir de esto!
* Exigirle que cambie. Está claro que es positivo poder cambiar algunos aspectos de la personalidad. Pero no podemos exigírselo a nuestra pareja. No olvides que es la persona de la que te enamoraste, en todos sus aspectos.
* Explotar de celos. Un poco está bien, y es sano… Se puede decir que ayuda a mantener viva la pareja. Pero caer en escenas de celos constantes e injustificadas es una receta infalible para el fracaso amoroso. ¡Confianza ante todo!
Por Vicky Hernández, directora de Casamenteras.com.