Esta es la crónica de una infidelidad anunciada que no quieres ver. Las etapas han sido y son las mismas siempre. No son nada originales. Inexplicablemente las ignoramos, las justificamos, nos las negamos a nosotras mismas y por más brillantes que seamos, nos explotan en la cara. Ocurren hasta en el hombre más perfecto y en ese es más peligroso que en otros. ¿Será verdad que la mujer se cree lo que se quiere creer?
- Excesivas expresiones de amor contigo (hay que asegurarse a la que está por si no resulta con la otra)
- Efervescencia en las expresiones, chispa diferente en los ojos.
- Demasiada energía
- Se levanta más temprano
- Tarda más en arreglarse y vestirse para salir
- Si está gordo, se pone a dieta y empieza a ejercitarse
- Busca ropa más de moda
- Deja de hablar por teléfono frente a ti. A veces hasta se esconde en el baño. Cuando no tiene alternativa, habla en monosílabos o dice palabras que parecen señales o códigos, o textea mucho.
- De repente, decide ir al supermercado, a la farmacia, a echar gasolina.
- Si estuvo de viaje contigo, a la primera oportunidad sale corriendo con una excusa.
- Empieza a buscar todo tipo de defectos en ti y en lo que haces, de los que nunca se había quejado.
- Te hace creer que tú tienes muchas cosas que arreglar y que no lo atiendes como se merece.
- Todo lo molesta. Parece una fiera enjaulada cuando está contigo o en tu casa.
- Empieza a llegar tarde todos los días.
- Poco a poco, no puedes contar con él para nada, ni para asuntos de los niños si los tienen.
- Lo que parecía disfrutar, ahora lo detesta.
- No te atiende sexualmente. Si te atiende, se nota que lo hace “por cumplir”.
- Cuando le reclamas o le preguntas, te niega absolutamente todo con demasiada pasión. Te acusa de ser una celosa insoportable, te hace sentir culpable por dudar de él, y hasta te envía a un psicólogo porque estás deprimida y paranoica.
- Si le dices que lo vieron o que te dijeron algo, la gente es “mala”, “chismosa”, “ven lo que no hay” y “hablan rumores sin fundamento”. Aquí debuta la famosa frase: “No es lo que parece”.
- Te asegura que ya no eres la misma. El ofensor se convierte en ofendido, y el victimario, en víctima.
- Cuando casi te ha convencido de que lo inventaste todo, te dice que está pasando por una etapa y se siente confundido (No se quiere quedar “sin la soga y sin la cabra”).
- Te dice que necesita “espacio” y “tiempo” y se separa dentro de la casa.
- Se niega a visitar a un consejero matrimonial.
- Te dice que necesita más espacio y tiempo fuera del hogar, que necesita estar solo para “pensar” y te jura que se va a mudar solo.
- Al final, de acuerdo a cómo le fue en la aventura o si la otra puede vivir con sus faltas de carácter, sus hábitos y sus sentimientos de culpa (porque esos siempre llegan), se te va y te pide el divorcio; se goza todo el tiempo que le da la gana porque se siente seguro de que lo vas a esperar toda la vida como si fueras su madre y no su mujer; o vuelve el perro arrepentido porque lo botaron como bolsa o vio que la grama no estaba más verde detrás de la cerca.