AFmedios | Maika González
«Y fueron felices y comieron perdices”. Fin. Así es como acaban muchos de los cuentos que nos hacían soñar cuando éramos niñas. Y también muchas películas y series que vemos hoy, siendo ya adultas.
La evidencia es muy clara: a la mayoría de las mujeres nos encandilan las historias de amor con final feliz, aquéllas donde el héroe y la heroína acaban enamorados y juntos. Sin apenas ser conscientes de ello, a base de cuentos, historias y películas, hemos ido formando nuestra idea de lo que debiera ser el amor romántico. Nos hemos jurado a nosotras mismas que el amor de nuestra vida sería muy diferente a la relación que unía a nuestros padres. Nuestra historia sería fácil, arrebatadora, absolutamente única. Y todo ello sin considerar siquiera que, lo que en el cuento era el precioso final, en la vida real es sólo el principio de una gran aventura de incierto desenlace.
Porque, seamos serias: para vivir una relación amorosa satisfactoria, el amor es condición necesaria pero no suficiente. Muchas mujeres creen que, para que una pareja funcione, con el amor basta. Si hay amor de verdad, la felicidad llegará como por arte de magia un día u otro. Y, si no llega, será porque en realidad no estábamos tan hechos el uno para el otro como sospechábamos: tú no eres mi media naranja y más vale que lo dejemos aquí. Si una mujer tiene esta creencia, es probable que, tras un primer fracaso, busque una nueva relación, y también es probable que vuelva a cometer el mismo error con otra persona. Incluso puede que acabe perdiendo su fe en el amor. Y todo por entender el buen amor como una lotería a merced del azar, en lugar de entenderlo como una meta que está en sus propias manos conseguir.
El verdadero amor supone siempre la renuncia a la propia comodidad personal”, León Tolstoi
En otros ámbitos de la vida lo tenemos mucho más claro: si quieres conseguir algo, si pretendes que algo funcione, tendrás que ponerte manos a la obra para lograrlo. ¿Y por qué no plantearlo así también para una relación amorosa? ¿Para qué sentarse a “esperar” o “desear” que nuestra relación funcione, si nosotras podemos hacerla funcionar? ¿Para qué dejar en manos del azar algo que podemos tener en nuestras propias manos? Si sientes que tu relación de pareja no va bien, tengo noticias para ti: tú puedes cambiar el rumbo y convertirla en una experiencia memorable, en algo que valga realmente la pena, en un verdadero tesoro.
Aunque, a veces, no es tan obvio si la relación va bien o no. Dependiendo de cómo fueran las cosas entre nuestros padres, ciertas dinámicas destructivas pueden aparecer como “normales” ante nuestros ojos. Por si tienes dudas, debes tener muy claro que no es “normal” acusar constantemente al otro de todas nuestras desgracias, criticar su carácter o personalidad en lugar de sus acciones, despreciarlo con sarcasmo o insultos, o ponerse constantemente a la defensiva durante las discusiones. Un buen ejercicio consiste en intentar recordar los buenos momentos que habéis vivido juntos; si no puedes recordar nada, probablemente signifique que la relación se ha convertido para ti en algo tan poco importante o tan doloroso que has dejado que se desvanezca. Ya se ha producido un distanciamiento emocional.
El verdadero amor no es otra cosa que el deseo inevitable de ayudar al otro para que sea quien es”, Jorge Bucay
Pero, por muy triste que te resulte todo esto, nada se acaba hasta que ambos deciden que se acabe. Y si aún estás dispuesta a luchar por salvar vuestra relación, debes saber que para la construcción consciente de un buen amor es absolutamente clave:
- Conocer íntimamente el mundo de tu pareja: sus objetivos vitales, sus preocupaciones, sus esperanzas. Si no le conoces bien, ¿cómo puedes llegar a amarle de verdad?
- Cultivar el cariño y la admiración: aunque haya problemas y discusiones, es básico sentir que tu pareja es una persona digna de respeto y cariño. ¿Cuánto hace que no te planteas qué es lo que te gusta de él?
- Estar conectados: acercarse al otro en las pequeñas cosas de cada día, hacerle saber que le valoras en los pequeños detalles de la vida cotidiana, como leer el periódico juntos o charlar mientras veis la tele
- Tener en cuenta las opiniones y sentimientos del otro: el otro es tu compañero a la hora de tomar decisiones, hay que tenerlo en cuenta y compartir el volante
- Aprender a resolver mejor los conflictos: saber ponerse en el lugar del otro, suavizar el planteamiento de las discusiones, estar dispuesta a pactar o dejar de intentar cambiar al otro y aceptarlo tal cual es son herramientas útiles para resolver las diferencias que surjan
- Abrir la puerta del diálogo: respetar el derecho del otro a tener sus propios sueños y ayudarle a realizarlos. ¿Sabes cuáles son los sueños de tu pareja? ¿En qué te ha ayudado él a realizar los tuyos?
- Dar sentido a una vida juntos: se trata de crear una vida interior común, comprendiendo y aceptando que formáis parte de algo importante que habéis creado juntos. Cuanto más habléis de vuestros valores con sinceridad y respeto, más se acercarán vuestras respectivas opiniones sobre el sentido de la vida, y más rica y gratificante será vuestra relación
- Por supuesto, si ambos tenéis en cuenta estas claves y las practicáis, la posibilidad de cambiar el curso de la relación es mucho mayor. Pero no te desanimes si tu pareja no quiere saber nada de claves: tú sí puedes empezar a aplicarlas, y te aseguro que, cuando la actitud de una de las partes cambia, se acaban produciendo cambios en la otra parte, antes o después. Porque para que el fuego de la guerra arda deben alimentarlo dos, y tú ya has decidido que no quieres echar más leña al fuego. Mejorar una relación es como un viaje y, como todos los viajes, comienza dando un pequeño paso. Pequeños pasos que, con esperanza, complicidad y tesón, os llevarán muy lejos en el camino que habéis elegido recorrer juntos.
Y tú, ¿sientes que la convivencia con tu pareja es insostenible? ¿Has perdido la fe en el amor? ¿Eres consciente de tú puedes hacer mucho para mejorar tu relación?
Un abrazo bien fuerte,
Maika