Cómo comunicarse con un hijo adolescente

Muchos padres y madres se quejan porque no consiguen hablar con sus hijos, porque no consiguen que les cuenten lo que les ocurre día a día. Pero el problema es que la mayor parte de las veces no hacemos las preguntas de forma adecuada.

Para conseguir que un adolescente se abra a una conversación con un adulto, es importante hacer las preguntas de cierta forma para favorecer la interacción.

HACER PREGUNTAS ABIERTAS

En vez de hacer preguntas cerradas que sólo permitan responder sí o no, para dirigirse a un adolescente es mucho más eficaz hacer una pregunta abierta.

Es decir, si queremos saber qué tal le ha ido el día, en vez de preguntarle ¿te ha ido bien en el colegio? o ¿tienes mucha tarea?, será más eficaz preguntarle por algo concreto de forma concreta por algo que le interese, por ejemplo ¿qué  hiciste en la clase de educación física? o ¿qué te preguntaron en el examen etica?

HACER PREGUNTAS ESPECÍFICAS

Frente a preguntas generales sobre aspectos amplios es mucho más efectivo, de cara a entablar una conversación, preguntar a los adolescentes por personas o eventos importantes para ellos, incluso aunque se trate de temas que como padres no entendamos o no nos interesen.

Nuestros hijos valorarán que nos preocupemos por sus gustos, especialmente cuando les plateemos preguntas realmente interesantes que les animen a expresarse.

MOSTRAR SENSIBILIDAD Y SABER ESCUCHAR

Toma tiempo, deja las prisas….

De nada nos sirve preguntar si no escuchamos atentamente lo que nos dicen nuestros hijos y si lo único que nos importa es lo que vamos a decir después o si la respuesta que nos dan la vamos a utilizar para conseguir algo que nos interese a nosotros como padres.

Si utilizamos las respuestas de nuestros hijos para manipularlos o para reprenderlos sólo conseguiremos que se cierren cada vez más. Y nunca lograremos conocerlos ni entenderlos, ni mucho menos ayudarlos cuando lo necesiten.

HACER PREGUNTAS SOBRE LOS GUSTOS PERSONALES

Es muy positivo aprovechar alguna situación o circunstancia para hacer a nuestros hijos preguntas sobre sus gustos personales. Por ejemplo, podemos aprovechar para preguntar sobre dónde les gustaría viajar o qué les gustaría conocer después de ver una película en la que se muestre una cultura o un lugar diferente, o aprovechar algún evento familiar para preguntarle sobre sus expectativas sobre la vida. Pero sin intentar influenciarles, sólo con la intención de conocerlos.

Podemos proponer un juegos familiar o con amigos consistente en hacer preguntas inocentes y divertidas en el que uno pregunta y todos responden. Además de ser divertido, este juego permite a los hijos conocer a sus padres y a los padres darse a conocer.

Y es que muchas veces nos quejamos de que nuestros hijos no se comunican con nosotros, que nos los conocemos, pero se nos olvida que, tal vez, ellos piensen lo mismo de nosotros y que un cambio de actitud por nuestra parte puede favorecer y mejorar nuestra relación con ellos.